Sexy para siempre: el atuendo que nunca pasará de moda

Una cena imprevista, un evento al que no sabés si asistir vestida súper formal o más bien de cóctel, una cita intempestiva… se soluciona con una prenda inmortal. Esa pregunta tan temida -“¿Qué me pongo?”- tiene una respuesta simple y básica gracias a "la madre" de la moda. Hoy MDZ Cool te cuenta la historia de un atuendo que, seguramente, más de una vez te ha sacado del apuro.
Corría el año 1926 cuando Coco Chanel deslumbraba a toda la industria de la moda con su nueva creación: un vestido corto en crepe negro hipersencillo.

Escote alto, manguitas entalladas y el corte de la falda justo arriba de las rodillas. No tenía cuello, botones, bordados, capas ni empalmes. Simplemente llevaba una suave onda debajo de las caderas y un bies en V.

Un diseño purista y la virtud fundamental de quedarle bien a cualquier mujer hicieron que la revista Vogue lo bautizara como el "Ford de Chanel": fue el primer vestido producido en masa.

Es que justamente, su primera y más importante característica fue la de ser un atuendo democrático, apto para todas las mujeres.

Ese fue el puntapié inicial de la leyenda del mítico little black dress –o como le decía Coco, 'la petite robe noire'-. Una historia indiscutible de suceso y elegancia que ha logrado superar los cambios vertiginosos y las embestidas de una de las industrias más agresivas. Es la pieza que toda fémina quiere en el guardarropas. ¿Quién le iba a decir a Coco que más de ocho décadas después su vestidito se convertiría en el atuendo más seguro, la opción favorita de todas las mujeres del mundo?

Es casi una de las reglas básicas de la moda, y a la que toda mujer debe recurrir ante la más mínima duda: un simple vestido negro es mágico. Estiliza, es chic, dota de clase y sofisticación, es funcional, destaca las facciones, esconde imperfecciones y sube el ego.

Justamente por su simpleza y cierta austeridad, la aceptación en un principio fue tímida. Su explosión fenomenal se produjo gracias a las actrices de la edad de oro del cine de Hollywood. Divas como Marlene Dietrich y Audrey Hepburn los usaron a lo largo de las décadas de los 40, 50 y 60. Ya para esa época otros diseñadores se habían copiado de la idea de Chanel y, con pequeñas variaciones, se sumaron al furor de esta prenda. Ejemplo de esto fueron Dior, Givenchy, Balenciaga e Yves Saint Laurent.

¿Alguien puede olvidar a Audrey Hepburn en la película Desayuno con diamantes -“Breakfast at Tiffany's”-, primorosamente vestida con ese vestidito negro sin mangas, mientras sostiene una elegante boquilla humeante?

Este atuendo tiene el poder de transformar a la mujer que lo usa. El dicho dictamina que “los diamantes son los mejores amigos de una chica”, pero, la verdad, yo pienso que el mejor amigo, el que nunca les fallará… es el vestido negro.

Algunos consejos

- No hay que exagerar. Un 'total look' negro puede ser medio siniestro, y cuando el vestido es demasiado sobrio puede resultar rígido. Para contrarrestar lo primero, conviene comprar el vestido escotado o sin mangas –que haya piel siempre es bueno-. Y para lo segundo, cortarlo con un make up llamativo o un accesorio fashion.

- Las texturas son la clave. Mezclarlas contrarresta el efecto unicolor. (el terciopelo, el tul, la seda y el tafetán, por ejemplo).

- No permitas que el placard se vuelva todo negro, por más que te parezca cómodo.

- No cualquier color combina o sirve para cortar el negro. Los colores pasteles, por ejemplo, no quedan bien. Si sirve el blanco, el rojo pasión o el verde cata o esmeralda.

- No pienses que todas las gamas o todas las texturas de negro dan igual. Algunas telas se ven baratas sin importar el tono.

- Está bueno combinarlo con estampados.